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Su planta baja es recorrida longitudinalmente por un pasaje, que conecta la 
Avenida de Mayo con Hipólito Irigoyen, con 
excelentes cabinas comerciales finamente decoradas y la bóveda que cubre la 
totalidad del pasaje está ornamentada con citas en latín del mismo autor, cuya 
vida ha sido realmente increíble. 
La prolífica y brillante vida profesional de Palanti se cortó abruptamente cuando su relación con el fascismo y su admiración 
por Benito Mussolini, 
le llevó a realizar un descomunal monumento al régimen llamado la Mole Littoria, 
muy apreciado por el Duce, abandonando estas tierras en 1933, con rumbo a Italia 
y dejando en Argentina toda su obra y creación mas significativa. 
  
  
  
En el extremo oeste del eje cívico de la Avenida de Mayo, se destacan los perfiles elegantes de los altos remates del Barolo y La 
Inmobiliaria.  
  
  
  
El Barolo no estaba aun construido.
Se 
observa a la derecha el Hotel Majestic 
 en la vereda opuesta a 
La inmobiliaria. 
 
  
  
  
  
 PALACIO BAROLO 
en Construcción - Se divisa detrás del edificio de La inmobiliaria- 
  
  
  
  
El 30 de junio de 
1934 el Graf Zeppelin sobrevoló la ciudad de Buenos Aires y aterrizó en los 
campos del Palomar 
para abastecerse de agua y de 
alimentos. 
Llegó 
a Buenos Aires, procedente de Río de Janeiro con una tripulación de 40 personas 
y 24 pasajeros. Tenía el aspecto de un gran cigarro habano de color plateado, de 
236 metros de longitud y 45 metros de altura. El dirigible tenía una capacidad 
de 105 millones de litros de hidrógeno. 
Estuvo un poco mas de una hora en nuestra ciudad. Todos salían a las terrazas de los edificios para observarlo 
y saludarlo. Esa era la primera y única vez que un Zeppelín voló en la 
Argentina. En la fotografía sobrevuela por sobre el palacio Barolo. 
Luego, ascendió de nuevo y se 
fue definitivamente rumbo a Montevideo. 
Los cinco motores Marybach-VI-2, colocados en barquillas externas y alimentados 
alternativamente con nafta o gas, movían hélices de acción directa que 
impulsaban al dirigible hasta una velocidad máxima de 128 kilómetros por hora.
La 
vida en el dirigible era similar a la de un barco pero con menos comodidades. 
Los hombres asistían a los cocktails de la noche muy bien vestidos y las mujeres 
luciendo trajes de noche. Pero el dirigible no tenía calefacción, de modo que 
cuando volaba por zonas frías o en invierno, los pasajeros y la tripulación 
debía taparse con varias mantas. Los camarotes eran relativamente amplios y 
cómodos; había cabinas individuales con sofá camas o con literas. 
Solo cuatro dirigibles volaron sobre Buenos Aires: El Plata (foto), entre 1920 y 
1928; Los Andes, entre 1922 y 1929; Graf Zeppelin en junio de 1934, y el de la 
empresa láctea La Serenísima en 1995. 
  
  
  
  
 
     haga click en la imagen para ampliar 
  varias 
fotos))) 
  
  
  
El Barolo, además de su 
relevancia histórica, es una obra importante en el enriquecimiento urbano de la 
Avenida de Mayo. 
 
  
  
 
  
El palacio tenía 520 locales 
con 5800 ventanas distribuidas en 18 pisos. 
  
  
  
  
  
  
  
 Llegó a temerse su caída cuando, en 1922, aparecieron 
algunas fisuras en su cúpula, fisuras que por cierto siguen estando y no afectan 
su sólida y atrevida estructura. Albergó  acontecimientos significativos, tal 
como el resultado de la pelea Firpo - Dempsey, en 1923, cuando miles de porteños 
se enteraron de las alternativas del combate frente a este torre. 
Desesperado por conservar las 
cenizas del famoso  
Dante Alighieri, 
quiso construir un edificio inspirado en la obra del poeta, “la divina Comedia”.
 
  
  
  
  
  
  
 Desde 
su inauguración en 1923, con 103 metros de altura, hasta la llegada en 1935 del Kavanagh (Sánchez-Lagos-De La Torre) con 120, fue el edificio más alto 
de la ciudad, superando el primer rascacielos porteño, la Galería Güemes 
(Francisco Gianotti), por 16 metros. 
  
  
  
Incluía un restaurante y salas de 
reunión en pisos altos. 
  
  
  
En primer plano la cuadra de Sáenz 
Peña y San José.  
La esquina era ocupada por la 
Singer Sewing Machinoe Co. vecina al palacio Barolo. 
  
  
   
 
Edificio de la Singer Sewing Machinoe Co. Singer, una de las primeras máquinas 
de coser de la historia, siendo una versión perfeccionada por Isaac Merritt 
Singer. Isaac Singer empezó a fabricar su máquina de coser en 1850. En el año 
1905 ingresan a la Argentina las primeras máquinas para coser SINGER importadas 
desde Estados Unidos. Desde ese mismo instante comienza a acompañar todos los 
cambios sociales y la transformación del rol femenino en la economía de los 
hogares de nuestro país. Poblados están los anecdotarios de historias de mujeres 
que alcanzan su independencia económica sin salir de su hogar gracias a "LA 
SINGER".  Se transforma en el indispensable elemento que no falta en ningún 
hogar, y gracias a su calidad e indestructible fortaleza se transforma en un 
bien que se hereda de abuelas a nietas. La gran demanda del mercado Argentino 
hace que la Compañía SINGER instale su propia fabrica en el año 1960. Los 
continuos vaivenes de nuestra economía hace que se retire en 1983, cediendo a la 
Licencia para fabricación y ventas de sus productos a empresarios Argentinos que 
conforman la empresa MACOSER S.A. En 1867 Singer abre su primera fábrica fuera 
de los Estados Unidos: es en Escocia, en Glasgow. Las primeras máquinas de coser 
Singer, construidas en Nueva York, se vendian a 100 dólares la unidad. En 1880 
un motor eléctrico Edison acciona una máquina de coser. En todo el mundo, las 
ventas de máquinas de coser Singer superan las 500.000 unidades. Se abren nuevos 
establecimientos en los Estados Unidos. En 1884 en los Estados Unidos reciben el 
presente de la estatua de la libertad, de la cual se dice que fue modeladas 
según la fisonomía de Isabella Eugenia Boyer, la viuda francesa de Isaac Singer. 
  
  
  
  
La obra prometía ser monumental, algo nunca visto, tanto que violaba varios 
artículos del código de edificación de la ciudad. No obstante, las autoridades 
dictaran una excepción “única” a las reglamentaciones para construir en la 
avenida y se comenzó la obra. 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
En el fondo se ve el Congreso 
  
  
  
Por la 
cuadra de la izquierda se encuentran las bocas de acceso al subterráneo Línea A 
(Estación Sáenz Peña). 
  
  
  
  
La cúpula mide 90 metros, llegando a los 100 con un gran faro giratorio de 
300.000 bujías que lo hacia visible desde Uruguay.
El Palacio Barolo tiene 
uno gemelo en Montevideo, Uruguay, reconocido como el Palacio Salvo. 
  
  
  
  
Como la altura superó 
lo permisivo en la avenida de Mayo el consejo deliberante quería demolerlo- 
 
  
  
  
  
Encargado por el textil Luigi Barolo y realizado por el arquitecto milanés Mario 
Palanti, este Monumento Histórico Nacional fue concebido como un arquetipo de 
modernidad.  
  
  
 
  
  
  
  
Desde entonces existen 2 montacargas y 9 ascensores, dos están ocultos. Barolo 
utilizaba los ascensores ocultos para desplazarse de sus oficinas en planta baja 
hasta los subsuelos evitando el contacto con sus inquilinos. 
 
  
  
  
  
  
    
     haga click en la imagen para ampliar 
  
  
  
  
  
  
  
    
  
Cúpula 
  
  
  
  
  
  
  
  
La singularidad del Palacio Barolo se nota en cada rincón. Mario Palanti se 
abocó a diseñar cada parte del edificio, proyectando desde los ascensores hasta 
las manijas de las puertas. Dejando así estampada su firma en cada fragmento de 
su creación, como lo fue haciendo en sus otras obras: el Hotel Castelar, el Cine 
Roca, el Banco Francés-Italiano, entre otras, y también en Montevideo con el 
Palacio Salvo, el clon del Barolo. 
  
  
  
  
  
  
El pasaje es parisino- es francés 
- Une las dos calles, la avenida de Mayo e Yrigoyen. 
  
  
  
  
  
  
  
EL FARO DEL PALACIO BAROLO, de 1923. 
Pero 
en 1930 el Ministerio de la Marina ordenó cambiar el foco (de 300 mil bujías), 
porque la intensidad de la luz confundía a los barcos que llegaban al puerto. 
Desde entonces sólo se iluminó para algunos festejos patrios. 
 
  
 
  
  
 El faro emitía una luz visible desde 
Montevideo 
  
  
  
  
  
  
  
 Tiene 400 oficinas 
  
  
  
  
  
  
Piso del Barolo
con lucarnas de bronce  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
Luis Barolo 
 
Luis Barolo manifestaba un 
gran amor por su patria y por 
Dante Alighieri. En 1915, 
preocupado por la Primera Guerra Mundial, ante lo que parecía el Apocalipsis, el 
dueño de la única hilandería de algodón que funcionaba en la Argentina decide 
financiar un proyecto que inmortalice la cultura itálica, a Dante y a sí mismo. 
Con su fuerte individualidad expresada en el movimiento de su fachada, la 
masa de sus balcones, sus volúmenes salientes, la presencia de formas curvas, el 
predominio del lleno sobre el vacío y su estilo inclasificable, el Pasaje Barolo 
es parte del tejido urbano. Es un hito que se mimetiza con el conjunto, un 
Palacio que se abre a la ciudad.  
Símbolo del capitalismo incipiente de aquellos días en que Alvear era presidente 
y la Argentina granero del mundo, su gran puerta invita a los peatones a 
atravesarlo. El pasaje, que une Avenida de Mayo con Hipólito Yrigoyen, lleva a 
sus visitantes a recorrer la galería comercial de su planta baja y a admirar 
parte del interior que actúa para afuera. 
Más allá de ciertas reglas clásicas de composición para diseñar la planta del 
edificio, como por ejemplo el uso del número de oro y de la sección áurea, el 
Palacio Barolo es reconocido como uno de los iconos de la primera modernidad. 
 
Su provocadora altura manifiesta la locuacidad del poder, porque desde el primer 
momento en que Mario Palanti (1885-1968), arquitecto milanés, se puso a las 
órdenes del empresario textil Luis Barolo, también italiano, se aprestó a crear 
el edificio más importante de la ciudad y a mostrar el peso económico de quien 
era dueño de la primera hilandería de lana peinada del país y de grandes 
extensiones algodoneras en el Chaco argentino. 
  
 Dante 
Alighieri de la Divina Comedia y su musa inspiradora Beatriz 
 
Palanti, admirador de Dante Alighieri y estudioso de la Divina Comedia, dotó al 
edificio de numerosas referencias metafóricas y alusiones textuales de la gran 
obra literaria del artista florentino.  
 
Los 22 metros 
que tiene son las 22 estrofas que tenia el poema. Los 100 metros que conecta una 
calle con otra son los 100 cantos. Si se mira a la cúpula se ve la figura 
del Dante y su amada Beatrix.  
 A las tres franjas verticales que 
componen la fachada (una central que marca la torre y enfatiza su altura, y dos 
laterales que se toman el resto de la ciudad), le incorpora tres niveles 
horizontales, donde los principios de la arquitectura clásica de basamento, 
desarrollo y remate, se asemejan con los de la composición de la Divina Comedia: 
Infierno, Purgatorio y Paraíso. 
 
Así es como, por ejemplo, en la planta baja, en el pasaje, allí en el infierno, 
cerca del pecado, vigilan el paso de los peatones unas ménsulas con formas de 
dragón que salen amenazantes desde las paredes laterales. O como en la parte 
superior de la torre, en el paraíso, cerca de la virtud, recortado en el cielo, 
se encuentra como remate volumétrico del edificio la representación de los 9 
coros angelicales.
Más cerca de la tierra, alejado de Beatriz, cosido por un gran espacio vertical 
interno que los unifica, los tres primeros pisos se encontraban destinados a la 
residencia del mismísimo Luis Barolo, el resto era un sublime edificio de 
oficinas.   
  
Sus 22 pisos que se posan sobre grandes pies que lo sostienen 
estructural y visualmente, rematan en una estupenda cúpula que en su parte 
superior incluye un faro con todas las connotaciones simbólicas que por sí mismo 
tiene este elemento, como guía, como señal, como antorcha que muestra caminos, 
como linterna que informa sobre acontecimientos deportivos. Muchas estrofas de 
los versos están en latín.  
  
  
”Muéstrase 
tan graciosa a quien la mira  
que, al verla, nos produce una dulzura  
que no puede entender quien no la prueba. 
” Y parece que exhale de sus labios  
un espíritu suave, de amor lleno,  
que al alma va diciéndole: Suspira.”  
 
Dante Alighieri a Beatriz 
  
  
  
  
El amor 
imposible de Dante Alighieri fue Beatriz Portinari a quien inmortalizó en su 
obra: La Divina Comedia y en sus sonetos de la Vita Nuova. Dante nos descubrió 
una nueva forma de amar, sin egoísmo, sin correspondencia, sin esperanza. Una 
amor idealizado que le permite seguir viviendo con Beatriz como musa de su obra. 
 
Dante y Beatriz se conocieron, según algunos, desde la niñez y, según otros, en 
la adolescencia; como quiera que fuera, Dante se prendó de "la gloriosa señora 
de sus pensamientos", de quien hizo la razón de su existir. La sonrisa y el leve 
saludo que Beatriz le prodigaba a Dante cuando casualmente se encontraban, 
bastaban para satisfacer el profundo amor que el poeta le profesaba. Beatriz 
contrajo nupcias con un rico banquero y Dante buscó consuelo en el maravilloso 
mundo de la poesía, dando rienda suelta a su imaginación, produciendo nuevas 
rimas, todas ellas reflejando el amor que sentía por su dama. 
 
Ella, dama virtuosa y además casada, se sintió lastimada en su dignidad, por ser 
la inspiración de un amor insano y, desde entonces, cuando solía encontrarse con 
Dante, aquel breve saludo con el que contaba el poeta para iluminar su 
existencia, le era negado. Las congojas de Dante no terminarían ahí, poco tiempo 
después Beatriz cayó enferma, contagiada de la peste negra o bubónica, y en 
1290, la muerte hizo acto de presencia y el fiel enamorado sólo pudo seguir de 
lejos el cortejo, acercándose a la tumba de la amada cuando todos se habían 
retirado. Dante, hundido, trocó su vida en un constante disfrute de placeres, 
prodigándose múltiples amantes. 
 
Tres años más tarde, contrajo matrimonio con Gemma Donati, la joven que su padre 
le había escogido para esposa, a la cual no amaba, lo que no impedía que ella le 
brindara su ternura y admiración, comprendiendo que su esposo no era como los 
demás hombres. Gemma hizo posible que Dante gozara de un breve tiempo de paz y 
tranquilidad, tiempo que aprovechó para terminar "La Vida Nueva", mitad en verso 
y mitad en prosa, poemas en los que, una vez más, ofrendaba su amor a Beatriz. 
 
En “La Divina Comedia” pide a Beatriz que le conduzca a su lado: 
 
—Beatriz, guíame hacia el paraíso, ya que Virgilio ya cumplió su misión. 
Nuestro amor no es terrenal, porque este sentimiento es tan inmenso que no lo 
supera el amor de Dios por la humanidad. 
  
  
  
 
      
  
                              
  
 La obra fue financiada por Luis Barolo, un empresario italiano llegado a la 
República Argentina en 1890 que instaló la primera hilandería de lana peinada 
del país. En poco tiempo se hizo famoso por sus casimires y reunió una fortuna 
con la que adquirió tierras en la provincia del Chaco para dedicarse al cultivo 
de algodón. Hacia 1905, la hilandería 
contaba con 12.000 husos que eran manejados por las “fabriqueras de Barolo”. 
Para mejorar las negativas condiciones de trabajo, se realizaron huelgas y se 
creó la Unión Gremial Femenina, un escalón importante en la organización 
gremial. Tal vez, a las “fabriqueras de Barolo” y los cosechadores del Chaco, se 
les deba gran parte del Palacio Barolo. 
  
                              
   
El millonario Luis Barolo no llego a ver la inauguración del palacio porque 
falleció antes.  
  
                              
  
 Barolo y su arquitecto querían traer las cenizas del 
Dante y enterrarlas en el Pasaje Barolo. 
  
                              
    
En la planta baja funcionó la agencia de noticias Saporitti.  
  
                              
  
En el hall del edificio se había rodó una de las escenas de la segunda parte del 
film: ”Highlander”, dirigida en 1991, por Russell Mulcahy, e interpretada por 
los actores Christopher Lambert, Sean Connery y Michael Ironside, entre otros.  
  
                              
  
Quienes conocen el tema, 
dicen que en el año 2021 el mismísimo Dante descenderá las escaleras del faro, 
para llevar gente al Paraíso.  
  
                              
  
Con el fin de alojar las 
cenizas de Dante bajo la bóveda central, en el Pasaje Barolo, se creó una 
estatua de bronce de 1,50 metro de altura. Una "Ascensión", que representaba el 
espíritu del poeta apoyando sus pies sobre un cóndor que lo lleva al Paraíso.
 
  
                              
  
Se emplearon 4.300 m² de 
cemento armado; 8.300 m² de mampostería; 1.400 m² de 
material para pavimentos; 1.450 m² para estucos y revestimientos, 70.000 bolsas 
de 
cemento; 650 toneladas de hierro y más de 1.500.000 ladrillos, así como similar 
cantidad de ladrillos huecos. El recorrido total de las escaleras es de 236 
metros con 
1.410 escalones. 
 
                              
  
Los ascensores y montacargas 
fueron diseñados especialmente. 
Gracias a una importante participación de los dueños del edificio, se llevarán a 
cabo 
obras de restauración y conservación a fin de que el palacio mantenga el estilo 
de 
principio de siglo. 
    
		  
          
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