CLUB

 

 DEL

PROGRESO

 

Arcón de Buenos Aires

 

 

 

 

CLUB DEL PROGRESO

Fundado el 25 de mayo de 1852, tiempo después que se puso fin a la tiranía de Rosas un 3 de febrero como el Parque 3 de Febrero.

 

 Diego de Alvear convoca a un grupo de vecinos y les propuso adquirir un club donde reunirse socialmente como era la moda en Europa. La fusión de las grandes familias porteñas unitarias y federales, al día siguiente de la batalla de Caseros, con el objeto de defender los intereses porteños, requería de una institución donde pudieran confraternizar los hasta entonces enemigos. Esta institución fue el Club del Progreso. Asimismo el establecimiento tenía un carácter restringido, evidenciado en la circunstancia de que el número de socios no pasaba los 275 y en 1896 no llegaba a los 1.400. En la esquina de Hipólito Yrigoyen y Perú se localizó una residencia particular llamada Palacio Muñoa de Marcos y Miguel Muñoa, comerciantes vascos. Luego se convirtió en el Club del Progreso. Entre 1857 y 1900 fue uno de los edificios de mas significado social, político y cultural. Cuando el club deja sus instalaciones en años la residencia fue demolida.

   

 

 

 

Por otra parte, en sus comienzos el Club tuvo un carácter netamente porteño que queda demostrado en el hecho de que el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires y sus ministros de Estado fueran considerados miembros honorarios. Sin embargo, en ese reducido número de socios se encontraba lo más granado de la oligarquía porteña. Entre sus miembros podemos mencionar a Bartolomé Mitre, Julio Argentino Roca, Domingo Faustino Sarmiento, Leandro N. Alem, Adolfo Alsina, Carlos Pellegrini, Lucio V. Mansilla, Dalmasio Vélez Sarsfield, Victorino de la Plaza, Roque y Luis Sáenz Peña, Miguel Cané, Vicente Quesada, etc.

Los objetivos políticos de unificar a la oligarquía porteña están claramente explicitados en una carta que el presidente del Club, Diego de Alvear, envía a Mariano Varela, director del diario "La Tribuna". Allí dice, en alusión a la fundación del Club: era pues necesario destruir los efectos de ese gobierno maquiavélico, y nada podría mejor llenar ese objeto que la creación de una sociedad donde todos pudiésemos cambiar ideas y sentimientos. Se creo por idea de Diego de Alvear, después de la batalla de Caseros.

 

Los objetivos políticos del Club quedan marcados ya desde el primer acto público del establecimiento, en el cual el Ministro Gorostiaga sostuvo: "... por la fraternidad de los dos grandes partidos políticos que han dividido la República Argentina ...".

Cumplido o no su objetivo de fusionar a los dos partidos políticos, el club sirvió en los años sucesivos como factor aglutinante de la oligarquía porteña. En sus salones exclusivos los distintos miembros de la clase alta se conocían entre sí, intercambiando sus intereses mediante relaciones amistosas.

 

Sin embargo, es a partir de 1895 cuando una presencia singular va a destacarse en la presidencia del club: la del Doctor Roque Sáenz Peña, hombre de la oligarquía porteña de línea autonomista. Durante su gestión (1895-1898) comienza una nueva etapa caracterizada por una apertura política. Roca lo dice en estos términos: "... El Club del Progreso, señores fue exclusivista y porteño, hoy no es ni exclusivista ni porteño, es nacional y es argentino ...".

De esta manera podemos concluir diciendo que el Club del Progreso reflejó la mentalidad de su época: un gobierno elitista con economía agroexportadora que no se desarrolla.

 

El club tuvo cuatro sedes. Una sede inicial ubicada en la calle Perú 135 y otra (a partir de 1857) en un edificio renacentista sito en la esquina de Perú y Victoria (actual Hipólito Yrigoyen), que termina por ser demolido. Esa casona tenia los salones del primer piso que se iluminaban con arañas de velones al comienzo y años mas tarde con luz de gas. Finalmente, cuando el Club se encuentra en su apogeo (año 1900 aproximadamente) se inaugura su palacio de la Avenida de Mayo 633. Su decadencia comienza con el auge del Jockey Club, cuando debe abandonar ese lujoso establecimiento para reducirse a un edificio más modesto en la Sarmiento 1300 donde sobrevive hasta la actualidad.

 

Al fondo, a la izquierda, se destaca la azotea con torre mirador del Palacio Muñoa construido entre 1855 y 1857, sede del Club del Progreso, uno de los primeros "palazzos" porteños, perteneciente a Marcos Muñoa, hechos al estilo italianizante por el mismo Edward Taylor con tres plantas, demolido en los años 60 para levantar la torre de la Com. Nac. de Comunicaciones.

Hoy, una placa y un pedazo de reja recuerda al desaparecido edificio.

 

   

 

 

Primer edificio Palacio Muñoa que funciono el club de 1852 a 1857.

 

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Primer edificio foto Palacio Muñoa antes de su demolición.

 

   

 

 

Los bailes mensuales, las tertulias y los bailes de carnaval fueron las actividades mas importantes que se desarrollaron allí. Hasta entonces las reuniones se hacían en casas de familia o en los salones de Mariquita Sánchez de Thompson o en la residencia de Rosas en Palermo.

 

 

Salón rojo del Palacio Muñoa sede del club de 1857 a 1900- Se trajo de Europa el papel del gran salón, fondo blanco con oro, una alfombra de 33 mts de la manufactura de Royale D Abusson, seis arañas de bronce dorado fuego con bombas de 36 a 40 luces de gas y 24 brazos de pared de 5 luces con bombas, 14 cortinas de seda.

 

Salones de baile del Palacio Muñoa sede del club de 1857 a 1900

 

 

En el 1900 el Club había crecido tanto que el palacio Muñoa ya quedaba chico y el club se muda por tercera vez a la Av de Mayo a un edificio de estilo Francés mandado a construir por José C. Paz. En 1971 demolieron el palacio Muñoa.

 

 La elite dirigente empleó de un modo particular su tiempo libre en actividades como: deportes hípicos al aire libre, fiestas, moda, paseos, veraneos y clubes exclusivos como el Jockey Club y el Club del Progreso y la importancia de los mismos como centros de reunión de los sectores poderosos vinculados a la política.

 

 

Tercer edificio del club en Av. Mayo 633

 

 

Bailes de carnaval

 

A fines del siglo XIX y primeras décadas de 1900 los corsos sobraban y alcanzaron su máxima popularidad. Los había en casi todas las calles principales de Buenos Aires. También en las ciudades aledañas. Predominaban en el Centro, pero los había en Flores, en Belgrano, Barracas, La Boca, Parque Patricios. También en el resto del Gran Buenos Aires. Uno muy importante era el de San Fernando, y se destacaban los de Adrogué, Lomas de Zamora, Avellaneda, Morón y San Isidro, este ultimo corso se llevaba a cabo en las calles Cosme Beccar, Belgrano, 9 de julio, 25 de mayo, hasta Primera Junta.

 

En estos tiempos estaba prohibido jugar con agua, solo se podía arrojar "papel cortado, flores, serpentinas y laminillas de mica". Esto no quiere decir que no se jugara con agua, se siguió haciendo a pesar de todas las prohibiciones, pero por lo menos con menos violencia. Se solía dejar caer bolas de papel mojadas desde los balcones o azoteas sobre la gente, a veces sujetas con hilo para volver a utilizarla.

 

Grandes grupos de máscaras llevaban la alegría a la gente por todos lados. Se disfrazaban pintorescamente, se podía ver a la princesa, los príncipes y condes y al gracioso y simpático "oso Carolina", el cual realizaba piruetas. Los carruajes eran siempre lujosos, pero la gente esperaba con ansia la llegada de las sociedades corales y musicales. También estaban los "clowns" o payasos, que ejecutaban difíciles pruebas gimnásticas. Luego surgieron los grupos de máscaras caricaturescas que divertían con sus números y vestimenta graciosa.

 

Y por estos años comenzaron a tener importancia los bailes. Se realizaban a continuación de los corsos en teatros, instituciones sociales, hoteles y residencias particulares. Por lo general eran de disfraces, y se bailaban polcas, valses, etc. Algunos de los teatros hasta tenían un servicio mediante el cual los concurrentes podían cambiar de disfraz cuantas veces quisiesen. Uno de los más famosos lugares de baile fue el "Club del Progreso", fundado en 1852. Era un triunfo social poder participar de sus bailes, ya que había una rigurosa selección de invitados. Fuera de la Capital los mas conocidos eran los del "Tigre Hotel" los del "Hotel de San Isidro", también en la ultima localidad eran famosos los bailes de Francisco Bustamante, o las suntuosas veladas que organizaba Alfredo Demarchi en su palacio de San Fernando, los de Morón, Lomas de Zamora y, los del hotel Las Delicias en Adrogué.

 

 También estaban los bailes del Club de Flores, los del hotel "Carapachay" de San Fernando. Otros bailes famosos eran los organizados por una comisión de vecinos en los salones de la Municipalidad al finalizar el corso de la calle Corrientes. En casi todos los clubes barriales había bailes en carnaval, tanto en la Capital como en el Gran Buenos Aires.

 

 

Edificio del Club del Progreso, el segundo de la derecha, en el fondo el edificio del Congreso.

 

 

El edificio de la esquina primero fue la tienda La Positiva, después hubo una tienda llamada Coloso, que se encargó de planchar la fachada y arruinar el edificio, así que cuando lo demolieron en los '60 ya valía poco y nada. Dos lotes atrás, el Club del Progreso. En la siguiente esquina, el edificio muy bonito de La Rosario, demolido en los '80 (hoy es del Banco Patagonia, antes HSBC).

 

 

 

 

 

 

 

 

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Este era el tercer edificio del Club del Progreso, en Av. de Mayo entre

Perú y Chacabuco (vereda impar)-

 

 

 

En algún momento ya de los años 40, cuando el Club abandonó su sede por la decadencia de la sociedad que permitió que surgiera esta sociedad, y se mudó a la calle Sarmiento, el edificio se transformó y destruyó en lo que hay ahora. Es una verdadera desgracia arquitectónica, amén de un edificio que entra en total disonancia con sus vecinos y con toda la avenida de Mayo.

 

 

 

 

Después de la crisis del 30 el club se muda al el edificio del ex Hotel Prive de los arquitectos LANUS y HARY

 

 

Después de la crisis del 30 el club se muda al edificio actual de la calle Sarmiento 1334

Barrio San Nicolás – Zona de Tribunales.

 

Vista del detalle de las puertas del Club del Progreso que aún ostentan el emblema grabado en vidrio por artesanos franceses. El globo y el barco de vapor simbolizan los ideales de modernización y fe en el progreso que caracterizaban a la época. Se acortaban las distancias por mar y comenzaba la aventura del aire.

 

 

 

 

 

 

 

Espléndidas salas de billar, dormitorios para huéspedes, salas de baile, de juego, magníficos baños, en fin, todo el confort de la época se podía ofrecer en el suntuoso establecimiento.

 

 

 

El hall se llama Justo José de Urquiza- En ese hall de entrada velaron a Leandro Alem cuando tuvo un accidente en coche cuando se dirigía al club.

 

Restaurante del Club del Progreso (1852)

Funciona en el primer club social creado para pacificar el país después de la caída de Rosas. El salón principal es un reflejo de la belle époque: boiserie del techo al piso, parqué de roble, arañas de bronce y una chimenea de mármol. El patio interno vale un almuerzo. El chef recomienda el cochinillo al horno de barro y la costilla de novillo entera. La excentricidad del lugar es el pulpo entero para 4 personas, preparado a la vista ($540). La anécdota: 17 presidentes del Club del Progreso fueron presidentes de la Nación. La yapa: allí tuvo lugar el último encuentro de Leandro N. Alem con sus amigos, antes de suicidarse. Conserva la mesa donde lo velaron, los tapices, la galería de retratos de políticos argentinos y un gomero de más de 100 años.

 

 

 

Comedor Diego de Alvear

 

 

 

 

Lucio V. López en "La Gran Aldea" nos acerca una descripción del Club del Progreso en su momento de mayor esplendor: "... es en un baile del Club del Progreso donde pueden estudiarse por etapas 30 años de la vida social de Buenos Aires: allí han hecho sus primeras armas los que hoy son abuelos ... ese centro esencialmente criollo, no ha tenido nunca ni la distinción aristocrática de un club inglés ni el chic de uno de los clubes de París. Sin embargo, ser del Club del Progreso, era vip ...". Continúa diciendo Lucio V. López: "... la entrada era cosa ardua: no entraba cualquiera; era necesario ser crema batida de la mejor burguesía social y política para hollar las mullidas alfombras del gran salón o sentarse a jugar un partido de whist en el clásico salón de los retratos ...".

 

Durante su período de apogeo el Club del Progreso fue el telón de fondo de los principales sucesos políticos. En sus salones se tramó la revolución de 1874 y además se refugió el coche de Cambacéres y Victorino de la Plaza cuando se intentó el asesinato de Roca en 1879.

 

17 presidentes de la república han sido socios activos del Club del progreso y cuatro de ellos lo presidieron.

 

Bernardo de Irigoyen fue miembro del club del progreso cuando aun no tenia 30 años.

 

La aduana y el Palacio Muñoa fueron las obras mas importantes de Taylor.

 

Sarmiento fue socio del club del Progreso.

 

La doctora Cecilia Grierson fue socia honorable de esta institución en 1887.

 

En 1903 se hizo un banquete a Lola Mora por la escultura La fuente de las Nereidas que tanto revolucionó a la sociedad.

 

Corresponde al Club del progreso el honor de haber creado en nuestro pais *la feria del Libro*.

 

En la fría y lluviosa mañana del 1 de julio de 1896 Leandro Alem se reunió en su casa con amigos a los que había convocado de carácter urgente para hablar de temas políticos. En un momento dado interrumpió el dialogo para ingresar a buscar algo a su dormitorio, para salir al poco rato vestido con su sombrero y su tradicional poncho de vicuña en el cuello.
Prometió volver en pocos minutos, y se subió a su carruaje rumbo hacia el club El Progreso. Durante el trayecto, el defensor de los desposeídos, se disparó un tiro en la sien que el cochero confundió con la detonación de cohetes que se quemaban celebrando la fiesta de San Juan y San Pedro. En su cuerpo se encontró una nota que decía “Perdónenme el mal rato, pero he querido que mi cadáver caiga en manos amigas y no en manos extrañas, en la calle o en cualquiera otra parte”. A los 27 años Leandro finalmente recibido de abogado, logró ser incluido en las listas de diputados nacionales del autonomismo. Fracasó en dos oportunidades, pero alcanzó a ingresar a la legislatura provincial en 1872. En sus discursos no cejaba en llamar a la defensa del sufragio universal. El cadáver fué piadosamente subido a uno de los salones del club del Progreso, colocado sobre una mesa, cubierto el rostro varonil con el poncho de vicuña, semivelado así a la gente de todas las opiniones que acudía a saludarlo con lágrimas en los ojos. Los restos de Alem reposan en el monumento a los caídos en la Revolución de 1890, en el cementerio de la Recoleta. Más de cien mil personas se congregaron en el sepelio de esta figura emblemática, de larga barba blanca y mirada sincera y penetrante.
 

 

 

 

 

 

 

       
           


 

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