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    EX  
	  
	
    PENITENCIARIA 
	  
	
     NACIONAL 
	  
	
                
	
	
	Arcón 
	de Buenos Aires 
	  
    
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EX Penitenciaría Nacional 
 
construida 
como cárcel 
modelo
 en 1877 y demolida en 
1962. 
  
Por ser asiento desde fines del siglo XIX, y hasta 
inicios de los 1960,  la Penitenciaría Nacional, estaba en una zona fue 
llamada "La Tierra del Fuego" ya que el aspecto del edificio recordaba al del 
Penal de Ushuaia. 
  
En el parque Las Heras se encontraba 
“la 
Penitenciaria 
Nacional”
con 
aspecto de "supercastillo medieval". 
Era un predio de aprox. 10 hectáreas, las edificaciones eran protegidas por una 
muralla almenada con torres de vigilancia. La zona era conocida como 
Tierra del Fuego, a semejanza del 
presidio que funcionaba 
en esa provincia del Sur argentino. 
Todos 
confluían en una garita central. En el subsuelo había talleres y depósitos de 
comida, que era transportada al centro de observación en zorras que iban por 
vías subterráneas. 
Parte de aquella construcción permanece bajo tierra. 
Hoy, en el predio que ocupaba la Penitenciaría hay mucho 
verde y algunas construcciones. Unas hamacas ocupan el lugar de la antigua torre de vigilancia. Una 
calesita y un arenero, el de la huerta triangular entre los pabellones 2 y 3. 
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Se dice que la penitenciaria fue 
inaugurada el 28 de mayo de 1877, con el traslado de más de 300 presos que 
saturaban los calabozos del Cabildo. 
  
  
  
    
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La calle de la izquierda es 
avenida Las Heras y la de atrás de la penitenciaria es Coronel Díaz. La prisión 
fue diseñada según el modelo panóptico de Bentham. Había cinco pabellones de dos 
pisos y 120 celdas cada uno y otros dos de 52 celdas. 
 El 6 de septiembre de 1961 
comenzó la demolición manual y el 5 de enero de 1962 empezaron las explosiones 
con trotyl 
que derrumbaron los muros de siete metros de alto y cuatro metros de ancho en la 
base. La monumental cárcel  pasó al olvido 
relegada por el cambio de geografía en la ciudad de Buenos Aires. 
 
  
  
  
  
   
La 
Penitenciaría Nacional,estaba en un predio de aproximadamente 10 
Hectáreas. Las edificaciones del penal eran protegidas por una muralla con torres de vigilancia.- Era un 
sector muy “pesado” que se extendía desde el Hospital Rivadavia hasta el Pasaje 
El Lazo con “piringundines”  y boliches frecuentados por malandras y 
cuchilleros. Se había formado un barrio desde Las Heras hacia el rio un tanto 
peligroso. Se manifestaban algunos prostíbulos y varios cafés. Con el correr de 
los años se transformó en zona residencial.  
  
  
  
  
  
 Los internos 
  
De día los presos trabajaban y 
tenían prohibido hablar y de noche los aislaban en celdas individuales. 
En la primera década del 
siglo XX se eliminó el silencio obligatorio se instauró las recompensas por buena 
conducta. Si un preso se portaba bien, sus familiares podían llevarle café o 
chocolate, podía dejar una hora más la luz encendida, o quedaba autorizado para 
usar bigote.
Los presos podían usar su nombre (hasta entonces los 
guardias los llamaban por el número de penado) y se eliminaron los grilletes y 
los trajes a rayas. Los internos podían recibir visitas íntimas. 
Y en 
tiempos de Roberto Pettinato como director nacional penitenciario, los internos 
fueron llamados por su nombre en vez de por su número de penado. 
  
  
 
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Talleres *** 
  
Los reclusos, una vez ingresados al 
penal, eran asignados a uno de los talleres, teniendo en cuenta “su voluntad, 
sus inclinaciones y sus conocimientos”.  
La 
Penitenciaría 
Nacional 
contaba con maquinaria e instalaciones apropiadas para producir en una escala 
social media  los talleres de la rama gráfica.  Estos talleres 
utilizaban como mano de obra a los 
presos 
alojados en el establecimiento penal. Asimismo los talleres contaban también con 
personal no presidiario, responsable de las tareas de coordinación y dirección. 
Luego del traslado del establecimiento al predio de Avenida Las Heras, se ponen 
en funcionamiento varios talleres, entre ellos los talleres de herrería, 
carpintería, galvanoplastía, zapatería y los talleres de imprenta y 
encuadernación. Estos últimos se ponen en funcionamiento en octubre de 1877, y 
llegan a ocupar al siguiente año 40 trabajadores. Los talleres gráficos se 
encargaban de la edición del Boletín Oficial, el Boletín Judicial y otras 
publicaciones para las dependencias estatales, además de otros libros, revistas 
y periódicos.  
Los talleres estaban divididos en diferentes secciones, como “Imprenta”, 
“Litografía”, “Encuadernación” y “Fotograbado y Fotografía”, de la misma manera 
que la mayoría de las empresas gráficas del momento, tal como lo prueban los 
datos censales de 1895, 1904 y 1914. 
  
  
      
        
      
        
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          En la barranca de 
          Juan Gregorio de Las Heras se construye la
          
          penitenciaría que fue inaugurada 
          el 28 de marzo de 1877 y demolida en 1961. En su lugar se formó el 
          Parque Las Heras.  | 
         
       
          
  
Sobre Juncal, donde funcionaba el taller de litografía y 
fotograbado, está el colegio Lenguas Vivas. Donde cruzaba el pabellón 4 hay unas 
canchitas de fútbol. La escuela municipal N° 26, por Salguero, fue construida 
donde funcionaban los talleres de mecánica, herrería y carpintería. Fotografía 
de Juan Di Sandro. 
  
		  
        
 
  
  
  
La leyenda cuenta que también hay 
túneles cavados por los presos para escapar. 
La rigidez no impidió 
escapes memorables. Como el del 23 de agosto de 1923, cuando 14 presos huyeron 
por un túnel de 24 metros de largo y 60 centímetros de diámetro cavado a partir 
de un baño. Pero el preso número 15, Hans Wolf, le arruinó el escape a otros 40: 
se metió con los pies para adelante y se atoró. Schavelzon afirma: "Como los 
rellenaban con cemento, seguro que quedan restos de estos túneles". Fue el año 
que se inauguró el museo de Luján. 
 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
    
    Entrada 
  
  
  
  
  
  
  
      
      
  
          
  
 
          
En Buenos Aires, la cárcel comenzó a funcionar desde 1580, al principio se 
utilizaban para tal fin cuartos alquilados, o en las casas de los cabildantes, 
así como en el Fuerte. A partir de 1608, con la construcción del primer edificio 
del Cabildo, este contaba con una habitación utilizada como celda, pero la 
precariedad de las construcciones, sumada a la falta de alimento y el 
hacinamiento, llevaría a repetidas fugas. El panorama de los reclusos recién 
cambiaría en 1725, con la construcción del actual edificio, cuando los presos 
eran alojados en esta misma sala en la que nos encontramos, y ya desde 1767 se 
le sumaría la cárcel ubicada en el edificio que antes vimos en el patio, hoy 
utilizado por la administración del museo. A pesar de que en 1821, fue suprimida 
la institución del Cabildo, el edificio continuó siendo utilizado como cárcel, y 
Tribunales de la Provincia de Buenos Aires, hasta que en 1878 los presos fueron 
trasladados a un inmueble de la calle Las Heras, en el barrio de la Recoleta. 
Finalmente en 1880, los antiguos calabozos fueron utilizados como oficinas 
judiciales de los Tribunales Nacionales; y ya en el siglo XX cumplían la función 
de hoy, de formar parte del Museo del Cabildo. 
  
          
  
 
          
Antes 
para el 1700 las cárceles de Buenos Aires tenían muy pocas seguridades ya que 
los presos se fugaban. 
  
          
  
 
          
En agosto de 1619 varios presos 
fugaron de la cárcel de Buenos Aires disfrazados de frailes. No era de esta 
penitenciaria.  
  
          
 
 
          
En 1822, el preso liberado pagaba 
el impuesto al carcelaje para paliar los gastos generados por su estadía en la 
cárcel. 
  
          
  
 
          
En noviembre de 1881 se prohibió 
el uso del cepo para delincuentes en la provincia de Buenos Aires. 
  
 
  
  
    
     
  
		  
            
  
  
          
			
			  
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